viernes, 4 de junio de 2021

Mi madre y yo o sea yo y la otra yo

 Mi madre y yo  o sea yo y la otra yo

Vero y Agnes

 

Lo que escuché toda mi vida, de la gente que conocí, desde pequeña, es que mi mamá era una mujer hermosa!

Era muy blanca, bastante estilizada, agestada, de ojos verdes color turquesa,

Y una capacidad de convencimiento hacia todos y nosotros, padre e hijos en especial. Lo raro es que no usaba la seducción sino el convencimiento que ella merecía eso y mucho más.

Dentro de lo *eso* palabra muy ambigua, se acondicionaban cómodamente innumerables ¨los todo lo que ella necesitara, según sus parámetros, viajes a Europa varios, cambio de casa, en fin…muchas cosas y situaciones que yo no alcanzaba a comprender.

Como incluir cada cosa o cada historia en otra…con mi madre…nada fácil, pero todo era posible…

 

Yo a mi madre la observé toda la vida de la infancia…me parecía muy trabajadora en su casa,,,y muy atenta a las necesidades de nosotros la familia Chica, como muy segura de lo que decía o hacía…

Tenía muchas habilidades, como tejer puntillas preciosas al crochet, coser hermoso, cocinar muy rico  y también escribió sobre su vida, hoy todavía tengo los cuadernos

Y los leo y releo y cuando se calman mis emociones de color gris oscuro digo,

Bueno, pobre ya está, seguro que me mira desde el cielo o de algún lugar del universo, entonces tengo ganas de publicar sus memorias.

Luego recuerdo a la  tía Ana que en cada visita que nos hacía, siempre en bicicleta y con buen humor, solìa decirle a mi madre “ dale cariño a tu hijas”

A lo que mi madre respondía, claro y quien hace las cosas de la casa si yo me

Entretengo en darles cariño…?

Agradezco a Dios la naturaleza o al que fuera un poder superior, que mi tía Ana me daba unos consejos muy buenos, aparte de leerme cuentos y darme mucha ternura…

Con los años yo me identifiquè con muchos aspectos de su forma de ser, pero a veces aparece mi otra yo y me veo reflejada en el espejo de mi madre

Mi mamá puso lo suyo, dio lo que tuvo, como decía mi padre, su propia madre le enseñó exactamente la forma de relacionarse que ella a su vez tenía con nosotros. Como decían en el colegio de monjas al que fuimos con mi hermana, nosotras, brillábamos, el pelo, el cuerpo, el guardapolvo impecable y el alma melancólica y triste…(continùa)