martes, 21 de octubre de 2014

Música para el Bienestar



Música Clásica
desde la Iglesia de Makarska

Estaba el otro día leyendo, sobre un trabajo, que me hizo llegar Rafael, un amigo de una red social llamada Neurona, el profesor de Tai Chi explicaba,  cómo las células de nuestro cuerpo están conformadas en su mayoría de agua, y como según este estudio la conformación de las moléculas cambia dramáticamente, según sea el estímulo que recibe en cada momento. Si es una palabra de afecto o una música clásica la conformación de la molécula se parece a un hermoso cristal como suelen verse en el microscopio  a los cristales de la nieve…
Si el estímulo es agresivo, ya sea música o sea auditivo, pero supongo que los otros sentidos también importarían para esta cuestión, la célula se deformaría y tendría aspecto de estar seca o enferma por decirlo de alguna manera.(artículo del Dr. Maseru Emoto).
Todo estas imágenes me retrotraen a un hermoso momento, en la costa de Croacia, en un lugar pintado de magia,  de callecitas empedradas y escaleritas de piedra de aspecto medieval.
Era un anochecer y yo estaba sentada en un restaurante, ubicado sobre la costanera de piso de piedras blancas, típicas del lugar y en el centro de toda la avenida hermosas hileras de palmeras. La mesa era redonda de ratán, con sus cuatro sillones del mismo material, en el respaldar y en la base estaban acomodados almohadones mullidos de color rojo, en los que me acomodé a mis anchas; el clima era tibio y agradable. Todo estaba previsto, para que si hubiera  por ejemplo una llovizna la noche no se entorpeciera entonces se desplegaba una sombrilla que cubría la mesa y eso me parece completaba el confort y el bienestar.
Mi mirada, se perdía en el mar, ya que por costumbre,  me sentaba siempre mirándolo, de frente, para poder dialogar en forma directa, como si de esa manera hubiera mas intimidad con él y pudiera proyectar en sus aguas todos mis pensamientos.
Después de tomar un Pelinkovac, una bebida de yuyos, pero que me lo sirvieron como si fuera una medida de un whisky on the rocks, pedí un vino blanco y pizza.

Cual fue mi sorpresa cuando me trajeron una pizza de hongos, de aspecto que prometía ser riquísima, pero del tamaño de un plato de servir grande, de cerámica muy lindo de muy buen gusto el diseño, o sea una pizza entera, me pareció gracioso, yo me preguntaba para mis adentros, me habrían visto cara de famélica, porque tanta comida? y un vino blanco 3/8 seco pero suave. El momento no podía ser mas encantador…

 Lo diferente en ese especial momento,  fue que a mis espaldas todo el tiempo,  brotaban sonidos en la noche, que embellecían el espacio con acordes armónicos de música clásica, que provenía de esa Iglesia a la que había yo visitado esa misma tarde, para agradecer tan magníficos momentos, desde que había llegado y recorrido, bastante extensión, de la Costa de Dalmacia.
Makarska (Croacia) Foto por DF
Alguien, quizás un cura o un amigo de la comunidad, estaba tocando en el armonio, y el sonido envolvía todo el lugar con un toque celestial. Yo estaba sola, visitando a mis parientes, yo vivía en un lugar muy lejano, y esta fue la primera vez que disfrutaba de Croacia, por lo tanto creo haber estado súper sensibilizada, lo único que me lamenté era estar en un momento romántico, que era ideal para compartir en pareja, sola conmigo misma.
 Me pregunto ahora, y estoy casi segura de la respuesta, como estarían en ese momento las moléculas de todo mi cuerpo, tal vez con la forma de cristales de la nieve? estoy segura que sí, ya que el bienestar recorría mi cuerpo y mi alma, pero también el todo, el mar, Croacia, yo…y las gaviotas sobre los botes de los pescadores, antes de salir a la madrugada siguiente…

Pintura de la Iglesia de Makarska, técnica mixta por Angélica Kovac
Agnes Boras