jueves, 23 de enero de 2014

Historias de Fiordos « Tu pagina de autoayuda

Historia



Historias de Fiordos


Noruega



Tengo calambres en las piernas, se me arquea el pie, estoy intentando mil posturas que me calmen e intento enderezar los dedos con las dos manos pero estos  se retuercen a su gusto, luego tal vez pienso,
Calmando mi cabeza  logre algo, intento con el control mental, `porque no tengo ganas de levantarme y pisar el piso frio para relajar la planta del pie, ya que este era el sistema que usé siempre y que solía darme resultado, pero no hoy.
Pero digo como concluyendo, si estos son tres autores Nórdicos…me asombro  y me doy vuelta en la cama medio dormida, y vuelvo a pensar en los autores Nórdicos.
Tal vez bailando en la oscuridad, o esperando en los fiordos de la mano con mi nena, esperando las dos, que nos buscara  un pirata pelirrojo, corpulento y de armas a tomar, en un barco antiguo por años esperado por mí.
Hola vikinga decía mi vecino, cuando pasaba por la estación de servicio que estaba al frente de mi casa,  e invariablemente, yo me sonreía  porque me parecía que le estaba errando en el origen cultural.
Los croatas no somos vikingos, pero él sin faltar ningún día a su ritual, me veía aparecer, camino del colegio, y cuando yo pasaba por su vereda  escuchaba ¡hola vikinga!!
Me hubiera gustado serlo. En esa época yo pensaba que ellos, los vecinos de los países del Norte, tenían una vida más resuelta, que eran menos contraídos, menos estructurados…que hacían de su vida, exactamente lo que a ellos les parecía bien.
Yo suponía que no eran tan moralistas, ni tan vuelteros, como los que íbamos a un colegio de monjas como yo.
Me parece recordar que mi papá admiraba mucho a las suecas que habían venido manejando autos… para correr carreras en la Argentina, y él nos enseñaba a mi hermana y a mí, con mucho esmero, la importancia de saber manejar y dominar todo lo relativo a los autos,
Porque opinaba que no solo había que saber manejarlo sino que había que atenderlo,
Es decir, fijarse, en el ruido del motor, si tenía aceite, nafta, agua etc
Eran otras épocas, en las que no había lucecitas y timbrecitos que suenan cuando al
Auto se le rompe o le falta algo. Tal vez que mi padre admirara a estas chicas, hizo que yo quizás quisiera estar en el lugar de ellas y que me admirara igual, ahí estaba la relación.
Estaba en mis sueños, al borde de los fiordos, con un traje de gamuza raido, los pelos lacios rubios y de la mano una nena igual a mí, pero en miniatura, chiquita de un año tal vez, también con un vestidito raido, esperando junto conmigo al lado de una cabañita de madera, de la que humeaba la chimenea recién prendida.
Esta semana, estuve bajando películas Nórdicas, como buscando algo mejor…DF me dijo,
-no, esto no es para tu amiga, no creo que le guste, mejor búscale otra cosa…porque yo quería
Llevarle películas nórdicas para que ella las disfrutara igual que yo…cuando en realidad ni siquiera conozco sus gustos. Me  recordó DF que ella había dicho anoche, “me gustan las películas por ej  La luna de Avellaneda”, y yo pensé casi inconscientemente que macana y yo buscándole películas de autor o premiadas… del otro lado del mundo, y sus gustos estaban aquí nomás. Por suerte DF me puso sobre aviso y rumbeé con mi búsqueda hacia otros lados.
“No debes reírte ni mostrarte”, “nombres locos se encuentran en todas partes”.
Aseveraba mi madre, tajantemente, como diciendo, se mas humilde, por ahí te ganas un pedacito de cielo,  mi madre cosía paracaídas  para los aviones y debió irse a Finlandia, pero al final, no lo hizo?
La nena en la puerta tocaba el portero. No era yo, ni mi hijita de las imágenes parada en los fiordos…  Yo fui a responder inocentemente y la respuesta
Al quién es?   Fue, soy Valentina…
Yo me quede desorientada, y pregunté qué Valentina? A lo que de nuevo ese voz suave del
otro extremo del contestador…soy yo, abuela, tu nieta Valentina…(hacía mucho que no la veía por decisiones
que no tenían que ver con mis deseos, pero sí era consecuencia de ser tratada como un bien de cambio, por los que decidían sobre su vida….)
Le dije susurrando que ya iba a abrirle el portón de entrada y me separándome de las imágenes  Nórdicas y abrí la puerta “y me alegre de verla” a mi pequeña Valentinita.