sábado, 19 de enero de 2013

Antwerpen, Ciudad de hermosos castillos y gente amable!

En Antwerpen se puede vivir en armonia...
Volver a la sencillez como forma de disfrutar más la vida.
(Proyecto pensado para compartir en pareja)

El Bar

"Aurelia"

Corrí el visillo, para cerciorarme que la bicicleta seguía en la puerta. Claro, por muchos años me maneje en auto, u otros medios de locomoción, como taxis o remises. Pero acá en mi nuevo hogar, la gente prefiere, haga frio o calor trasladarse en bicicleta. O en su defecto, hay tranvías muy coloridos y eficientes pero es muy común también tomar un tren.
El día en que transcurrió mi historia era frio, la llovizna de a ratos mojaba la ropa y la cara pero aun así, preferí el medio de locomoción más interesante para mí en ese momento.
Me acomode la bufanda, una azul con muchos flecos que me había regalado mi hija, me puse el gorro hasta los ojos y mis guantes de felpa y partí, raudamente hacia el barcito que compramos con mi marido, en el centro, en la parte vieja.
Solamente hice un par de cuadras y ya el calor recorría mi cuerpo, es así que me sentía muy cómoda pedaleando muy rápido, camino a ese lugarcito que decoramos con DF como si fuera el mejor del mundo...y lo era para nosotros.
Estaba ubicado en una empedrada callejuela en la esquina, en una de las paredes al costado de la envejecida puerta de madera muy dura y noble, pintada de un rojo intenso, de la cual pendía un cartel en hierro y tela pintada en letras góticas, anunciando un nombre “Aurelia”. Tenía ventanas a ambos costados, con macetas en sus alfeizares, repletas de flores, parecidas a los geranios salpicados con flores muy pequeñas silvestres.
No se veía hacia adentro…había que entrar, porque las ventanas de vidrios compartidos, estaban protegidas por cortinas de lienzo, con bordes de puntillas, y adentro la mayor iluminación era la que despedían unas velas ubicadas en múltiples lugares.
Sobre la hermosa barra de madera antigua, iluminada por candelas, a un costado de la máquina de cerveza, habíamos agregado un velador, de hierro en colores desteñidos por el tiempo y con un pantalla de papel apergaminado, para que la luz fuera difusa y cálida.
Las banquetas eran de madera también, pero muy cómodas. Allí a cualquier hora, la gente disfrutaba de una cervecita con papas fritas o tal vez la sopa del día acompañada por unas buenas rodajas de pan de campo con manteca. Destacándose entre ellas, la de tomates, especialidad de DF, humeante en su individual, pequeña sopera de loza blanca con dos cabezas de leones en sus bordes en el lugar de las asas...
De pronto me encuentro abriendo la puerta y entrando como empujada hacia adentro por una mano invisible...entonces el sr que esta detrás de la barra me dice: esto es un sueno...por favor cierra la puerta y sigue con tu vida...yo siento el aire frio en mi cara y mucha tristeza de salir de ese lugar tan magico y me tralado a la realidad, pero no sin antes prometerme, que querer muchas veces es poder.

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Foto por DF en Antwerpen (Bélgica)

La distancia no es un límite...
















El espacio lo pones vos...
donde más te guste y te sientas con más tranquilidad
para pensar sobre tus cosas.
La computadora es un instrumento, para que vos y yo
tu terapeuta, nos comuniquemos a pesar de la distancia
 y saquemos las malezas
que quitan salud a tu vida.


Para comunicarte escribí a lickovac@gmail.com