domingo, 5 de agosto de 2012

"El Cambalache"

Tengo una amiga que vende antigüedades, de todo lo que uno se pueda imaginar…desde copas de hermosos cristales sueltas, de juegos completos o inconclusos, Vaya a saber de quién, sillas, vienesas, inglesas y otras, pinturas, vajilla, jarrones, platería etc. etc. Todas las piezas, tienen el paso de los años reflejado en su aspecto aviejado.
Lo que hay en casi todo lo que tiene a la venta es una historia detrás, ya que son cosas que sus dueños venden, algunos porque están cortos de dinero y otros se deshacen de los tesoros de la abuela para renovarse y adquirir objetos más modernos.
A mí me encanta ir y chismear, como yo le digo a Dorita, mi amiga y ver y tocar todo. Como lo tiene a todo amontonado en un lugar pequeño, algunas cosas en vitrinas, las más valiosas y otras simplemente en cualquier lado. Esto de hurgar entre las cosas es una costumbre de mi infancia, cuando me metía en el ropero de mi madre para ver que tenia y que no, por supuesto cuando ella no estaba. Hoy, según un amigo muy gracioso, lo he sublimado con la profesión.
El otro día, me abalancé sobre un hermoso mantel de hilo crudo, todo bordado en gris, pensando resolver con muchos meses de anticipación la mesa de Navidad de este año.
Pero al momento, me dieron un precio tan exorbitante, que se podía comparar con el  tamaño de mi posterior desilusión.
Entonces, me di cuenta, que cada cosa  que había allí expuesta, fue testigo de alguna historia, y ese era su valor agregado. El afecto prendido a nuestras pertenencias. Tenemos vínculos con las cosas también, tienen nuestra energía, fueron parte de nuestras vidas. Y así lo tomo ahora cuando indefectiblemente llevo algo que me gustó mucho  del negocio de mi amiga, a un estante privilegiado de mi casa.


Para consultas online o psicoterapia por internet escribir a lickovac@gmail.com.