viernes, 9 de marzo de 2018

Cuestión de expectativas- viernes




Cada día se transforma en el siguiente en un santiamén, no dejando que
Yo   pueda por fin finiquitar algún objetivo que me haya planteado.
Es domingo, terminó la semana y hoy, en este momento, corro el riesgo de que
¡Aparezca el lunes y no me deje disfrutar del ahora sin hacer nada!
Para crear necesito tiempo sin apuro, tirarme en el sillón blanco de dos cuerpos de la sala y mientras escucho en una posición muy cómoda algo de música. Pero los minutos me atropellan, y  mi mirada perdida a través de la ventana que tengo en frente sigue viajando hasta una verde y elegante enredadera que dispara en mi interior esa sensación de bienestar que me genera una y otra vez, esté donde esté los verdes de los árboles o cualquier arbusto o planta que pueda crecer bastante salvaje sin tanto arreglo.
Cuando mi pensamiento vuelve a mi,  ahora ya, el reloj a mis espaldas cual
Un ladrón de minutos, se posicionó en un trecho más allá, más cerca de mañana y
Más pobre de hoy…
Es como estar de novio por un tiempo límite…“vamos  a estar juntos hasta el 14 del mes que viene” supe escuchar de alguna amiga que habría aceptado ese compromiso con plazo de su supuesto amor en una corta cuota…(continúa más tarde o el lunes)

Ni es más tarde ni lunes, solo otro día en la semana.
Hoy es un día de pocos colores, matices de grises y reflejos brillantes por la constante llovizna
que hace que me quede en casa escribiendo y cada tanto mi mirada abandone la pantalla de la
computadora para vagar sin apuro por el afuera.
No hay pájaros ni abejorros, tampoco los indeseables mosquitos están por aquí, pero se
impone un silencio, denso, profundo. Tal vez está la gente durmiendo la siesta? Adonde se
fueron todos?
Siempre me gustó el silencio, los días silenciosos y las noches lo más mudas posibles, sobre
todo sin los ruidos  generados por máquinas de cortar el césped, o música que viene de alguna casa cuyos dueños están festejando un cumpleaños o no naturales... para dejar paso, a la naturaleza en toda su majestuosidad, grillos demandando a su pareja, algún ladrido por allí, mezclado con los aromas de los pastos mojados como ahora. Este panorama me transporta
a un estado de una armonía muy valorada por mi. (continúa más tarde o el miércoles).

Quiero pensar, pero para eso necesito tiempo, minutos, horas, algo, un poco al menos pero
el teléfono suena implacablemente y los minutos se escurren entre mis dedos que febrilmente
intentan escribir algo casi coherente sobre lo que me aqueja.
Quisiera parar el reloj, que el día fuera mucho más largo, que todo quedara paralizado por un
rato menos yo y mi computadora...pero no eso no es posible, parece.

Hoy es viernes, un día fascinante para mí, lo equiparo a cosas que me gustan , como al ocho, a restaurantes, a bienestar. Y yo ni en restaurantes ni sacándome un ocho, solo intentando pensar como resolver el que no se me escurra como el agua entre los dedos de una mano abierta, el inexorable paso del tiempo.